Temor normal
Todos experimentamos temor. El temor es una sensación corporal desagradable ante una situación real de peligro. La sensación va acompañada de pensamientos como: “puedo salir herido” –física y/o mentalmente-, “puedo morir”. Los peligros pueden ser: un accidente, un choque, un asalto, una enfermedad grave, un abuso sexual, una ofensa psicológica, entre otros.
Frente al peligro damos una respuesta de ataque, huida o nos paralizamos
Temor anormal
Una respuesta de ataque o huida; en mayor o menor medida da tranquilidad ya que “hice lo que tenía que hacer”. Pero una respuesta de parálisis implica una respuesta anormal, pues “no hice lo que tenía que hacer”. Por lo tanto hay frustración, tristeza, enojo, impotencia.
Niño paralizado, adulto paralizado
¡Cállate, no digas nada! ¡No hagas nada! ¡Aguántate! Niño educado o abusado así, crece con “pase lo que pase, no podré hacer nada aun ante el peligro”. El hoy adulto, ayer niño, creció con temores constantes, con ideas de víctima, de “me hacen daño y no quiero que pase”. Tendrá ideas persecutorias –paranoias-, fobias y temores hacia personas o situaciones que se identifican potencialmente y deformadamente peligrosas, aunque en lo real, no sea así. Ej. “Lo que hizo fulanito(a) de tal fue para aprovecharse de mi” –aunque no sea así-.
Ataques de pánico
Los ataques de pánico en el fondo son la crisis, la bomba de adrenalina corporal ante la aprehensión mental latente, de: “Me va a pasar algo y no puedo hacer nada”. El peligro viene de los propios pensamientos.
El pasado se filtra en el presente
El presente se distorsiona por el pasado e inadapta, crea conflictos. Quien sufrió algún tipo de abuso infantil, está irritable. Quiere hacer algo ante una situación que identifica peligrosa, pero no puede hacer nada, está paralizado, impotente y eventualmente ataca fuera de contexto y tiempo. El daño del pasado implica dañarse y dañar
Temor en tiempos de Coronavirus
Se quiere controlar lo incontrolable. Quien vivió un abuso (físico y/o psicológico), manifiesta una tendencia a controlar situaciones que potencialmente identifica peligrosas. El coronavirus a pesar de las precauciones actuales no deja de ser una situación incontrolable que remite al “no puedo hacer nada” de la infancia y ello trae aprehensión latente que define un trastorno de ansiedad generalizada y/o eventualmente un ataque de pánico
Heridas recibidas, me toca sanarlas
Quien me dañó; o ya murió, o no sé de ella, o convivo con ella como si nada y el daño lo tengo yo. Tengo enojo, rencor, pero lo que me queda es …sanarme.
Tips para superar el temor anormal
Perdonar
El perdón es pasar por alto la ofensa, dejar el pasado atrás e iniciar una nueva vida, renovarme. Dejar el rencor que soló me hace daño a mí. “El rencor es un veneno que bebo esperando dañe al otro”
Si no perdono, además de amargura, hay una venganza implícita o explícita hacia alguien.
Discriminar
Si una persona hoy por hoy quiere abusar de mí, expreso mi inconformidad y hago lo correcto para enfrentar o huir. Pongo los límites necesarios o pongo tierra de por medio cuando es pertinente. Lo más saludable es enfrentar –según las circunstancias-, ya que ello fortalece mi autoestima tan lastimada. “Hoy por hoy soy adulto y me cuido en un acto de amor a mi persona”
Acepta tus temores
No desestimes tus temores irracionales que deforman tu percepción de la realidad. Lo que indica que algo está deformado en mí, es el nivel de conflictos en mis relaciones interpersonales.
Acepta que hay situaciones incontrolables y “deja existan”
Busca ayuda, habla
Busca ayuda. Habla. “Una persona lastimada, es una persona callada”. Hablar aclara ideas. Callar, confunde, enreda la mente, nos contamos historias
Asertividad
Si tienes hijos guíalos con el ejemplo a ser asertivos, a defenderse, a no callar abusos. Niños oprimidos por los padres, permiten ser oprimidos por otros. Enséñalos a defenderse, no a que agredan sin razón.